Wednesday, June 28, 2017

El cardenalado de Mons. Romero


AÑO JUBILAR por el CENTENARIO del BEATO ROMERO, 2016 — 2017:

Así lo ven en El Salvador.
#BeatoRomero #Beatificación
La primera vez que conocí a Mons. Gregorio Rosa Chávez hace varios años, me obsequió un libro llamado “Día a Día con Mons. Romero” y me subrayo una frase del mártir salvadoreño que dice, “La palabra queda.  Y éste es el gran consuelo del que predica.  Mi voz desaparecerá, pero mi palabra que es Cristo quedará en los corazones que lo hayan querido acoger” (17.12.78).  Por eso no me sorprende para nada ver que esa es la frase que Rosa Chávez escogió para imprimir en sus estampitas de recuerdo de la ceremonia de investidura como cardenal. 

A la par de la frase romeriana en las estampitas de recuerdo se aprecia el escudo diseñado para el primer cardenal salvadoreño.  Contemplar estos elementos me hace reflexionar sobre el hecho inédito que es el nombramiento cardenalicio de Rosa Chávez, y ofrezco tres profundizaciones: (1) cómo el nombramiento de Rosa Chávez es realmente una concesión a una causa; (2) las diferencias entre Rosa Chávez y Mons. Romero; y (3) cómo el cardenalado de Rosa Chávez puede aproximarlo aún más a su santo patron.
El escudo de Rosa Chávez contiene varios elementos que llaman la atención.  El diseño consiste de cuatro paneles con símbolos de su ministerio.  El primer panel es una estrella que representa la Virgen María, y es prácticamente igual a la estrella que figura en el escudo del Papa Francisco y que lleva el mismo significado.  El segundo panel lleva una palma, que representa los mártires de la Iglesia Salvadoreña, casi todos conocidos por el prelado.  El tercer panel lleva una ramita de romero, símbolo obvio de Óscar Romero, que también figuraba en el escudo episcopal del IV Arzobispo de San Salvador.  Finalmente, el cuarto panel presenta dos manos que se extienden una hacia la otra, que significa la “opción preferencial por los pobres” de la eclesiología latinoamericana encarnada por Romero y los mártires.
En fin, es impresionante ver como este estandarte de Rosa Chávez parece advertirnos que este nombramiento cardenalicio es para Romero (así lo ha dicho el mismo Rosa Chávez), es para los mártires, es para la Iglesia Salvadoreña.  No se ve un solo símbolo en representación de Gregorio Rosa: ni su escudo familiar, ni las montañas de su natal Morazán, ni la bandera de su ciudad.  A través de su escudo vemos como Rosa Chávez se vacía de si mismo, se hace totalmente a un lado, para ceder el paso a otros que considera los verdaderos merecedores de su nombramiento.  Esto me parece bastante inusual.  No se ve normalmente en los nombramientos de otros cardenales que se otorgue el honorifico no a un hombre sino que a toda una causa.  Ni en los casos en los que un seguidor de uno más grande en la Iglesia ha sido elevado—como cuando Lois Capovilla el secretario de San Juan XXIII, o Stanisław Dziwisz, el secretario de San Juan Pablo II fueron nombrados—se vio tal sumisión por parte del homenajeado por su fiador.
El segundo aspecto para reflexionar es algo que no se ha desarrollado en los comentarios que se han hecho sobre el nombramiento de Rosa Chávez, que suele enfatizar la definición del nuevo cardenal como seguidor de Romero, amigo de él, inspirado por él, evidentemente muy devoto de él, y por ende se presume que existe una unidad de identidad entre los dos.  Sin embargo, en realidad, hay que admitir que no son la misma persona.  Hay diferencias entre los dos.  Para honrar la persona de Rosa Chávez tenemos que admitir que él no es Romero, y no debemos esperar que se va a convertir en Romero después del miércoles.  ¿Cuáles son las diferencias entre el Beato Romero y el Cardenal Rosa?  En primer lugar, Romero es único: producto de su tiempo, su entorno, su trayectoria personal, la hora histórica que le toco vivir y sobre todo su glorioso martirio.  Rosa Chávez es en realidad más progresista que Romero, pero jamás logró el mismo impacto sobre la sociedad salvadoreña que tuvo Romero por todo lo antes mencionado y porque Rosa Chávez no ha tenido un púlpito imponente, como el Arzobispado de San Salvador.
En este consistorio, Rosa Chávez será el centro de la atención. Esto se debe a varios factores, incluyendo las circunstancias inusuales de su nombramiento, como el hecho de ser el primer obispo auxiliar en ser nombrado cardenal.  También ayuda el hecho de ser inducido entre un grupo inusualmente pequeño—significa que cada nuevo cardenal recibirá bastante atención por parte de los medios, y ya hemos visto las decenas de entrevistas, las notas en la prensa nacional e internacional, y constante atención en las redes sociales.  Es posible imaginar que el cardenalado se convierta en el púlpito imponente que Rosa Chávez jamás tuvo anteriormente y que podría ahora ayudarle a catapultarse a una estatura que se aproxime de manera más cercana a su leyendario mentor.
Dicen que el famoso vidente de la Edad Media Nostradamus se encontró una vez con un grupo de monjes jóvenes y se arrodillo ante uno de ellos, llamándolo “Su Santidad”.  Asegura el relato que ese mismo muchacho fue elegido décadas después como el Papa Sixto V.  Cuando yo conocí por primera vez a Rosa Chávez años atrás en su parroquia de San Francisco en San Salvador, me incliné y le besé el anillo episcopal como un gesto de reverencia por todo lo que representaba, especialmente su lealtad sin recompensa y su solidaridad con la iglesia de los pobres.  Jamás pensé que estaba señalando a un futuro “papable”.  Sin embargo, si resulta que mi gesto ha sido profético, que conste que el papa que ha predicho se llamaría “Oscar I”.
Bloguero y futuro cardenal, 2008.

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